Es una conversación entre el té y la salvia. Llegando el
té del Imperio Chino, se encontró con la salvia en el camino. El té iba a
Europa “donde sé que me compran a buen precio” y la salvia va a China, “que
allá con sumo aprecio me reciben por gusto y medicina. En Europa me tratan de
salvaje, y jamás he podido hacer fortuna”.
Habla pues de que se vende más lo extranjero que lo nacional.
Esto ocurre incluso en la literatura, que se conoce y aprecia más a Boileau y
el Tasso, que a Garcilaso.
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