El romanticismo y los románticos – Ramón de Mesonero Romanos

“Si fuera posible reducir a un solo eco las voces todas de la actual generación europea […] la palabra romanticismo parecería ser la dominante”.
Sin embargo, esta palabra que “todas las plumas adoptan, que todas las lenguas repiten, carece de una definición exacta, que fije su verdadero sentido”.
Cada sabio contesta de manera distinta a qué es el romanticismo. “Unos le han dicho que era todo lo ideal y romanesco; otro, por el contrario, que no podía ser sino lo escrupulosamente histórico; cuáles han creído ver en él la naturaleza su verdad; cuáles la imaginación en toda su mentira; algunos han asegurado que sólo era propio para describir la Edad Media; otros le han hallado aplicable también a la moderna; aquellos le han querido hermanar con la religión y con la moral; éstos le han echado a reñir con ambas; hay quien pretende dictarle reglas; hay, por último, quién sostiene que su condición es la de no guardar ninguna”.
“Todos los objetos le han parecido propios para ser mirados al través de aquel prisma seductor; y no contenta con subyugar a él la literatura y las bellas artes, que por su carácter vago permiten más libertad a la fantasía, ha adelantado su aplicación a los preceptos de la moral, a las verdades de la Historia, a la severidad de las ciencias”.
El escritor que acusa a la sociedad de corrompida, a contribuido a corromperla con sus escritos; el político, exagerando el sistema político (“pretende reunir en su doctrina el feudalismo y la república”); “el historiador, que poetiza la Historia; el poeta que finge una sociedad fantástica, y se queja de ella porque no reconoce su retrato; el artista, que pretende pintar a la naturaleza aún más hermosa que en su original”. Esto en épocas pasadas se tuvo por extravagancia, lo que ahora se tiene por romanticismo puro.
lo que hoy se entiende por romanticismo sea necedad, sino que todas las cosas exageradas suelen degenerar en necias; y bajo este aspecto, la romántico-manía se pega también”. Toma al romanticismo por una enfermedad contagiosa, que en origen pudo ser sublime y destello de genio y es ahora ridículo y loco.
Así, Victor Hugo encontró el romanticismo en el Seminario de Nobles, descubrió a Calderón e impregnándolo de espíritu francés se llamó Mesías de la literatura, “que venía a redimirla de la esclavitud de las reglas”. “Y luego salió de Francia aquel virus ya bastardeado, y corrió toda la Europa, y vino, en fin, a España; y llegó a Madrid (de donde había salido puro)”
Su sobrino conoció entonces el romanticismo y como decía “la fachada de un romántico debe ser gótica, ojiva, piramidal y emblemática”; eliminó el frac, suprimió el chaleco, luego el cuello de la camisa, luego las cadenas y relojes, los botones y alfileres, después los guantes, luego las aguas de olor, los cepillos, el barniz de las botas, y las navajas de afeitar, “y otros mil adminículos que los que no alcanzamos la perfección romántica creemos indispensables y de todo rigor”
“Ya que vio romantizada su persona, toda su atención se convirtió a romantizar igualmente sus ideas, su carácter y sus estudios”. Entonces, su sobrino rechazó las carreras científicas, optando por la de poeta; recorrió día y noche los cementerios y escuelas anatómicas, trabó amistosa relación con los enterradores y fisiólogos; aprendió el lenguaje de los búhos y de las lechuzas; encaramóse a las peñas escarpadas, y se perdió en la espesura de los bosques; interrogó a las ruinas de los monasterios y de las ventas,…
Rechazó a los autores clásicos castellanos por los románticos europeos. “Fuertemente pertrechado con toda esta diabólica erudición, se creyó ya en estado de dejar correr su pluma
unas veces me parecía mi sobrino un gran poeta, y otras un loco de atar”. “ni él mismo entendía lo que quería decir.
Sin embargos el muchacho con estos raptos consiguió al fin verse admirado por una turba de aprendices del delirio.
Decide entonces escribir una obra de teatro, “y compuso un drama”.
¡Con qué placer haría yo a mis lectores el mayor de los regalos posibles dándoles in integrum esta composición sublime, práctica explicación del sistema romántico
Original, en diferentes prosas y versos, en seis actos y catorce cuadros”. “Siglos IV y V.-La escena pasa en toda Europa y dura unos cien años.
“No fue menester más para que la chispa eléctrico-romántica atravesase instantáneamente la calle, y pasase desde el balcón de la doncella sentimental al otro frontero donde se hallaba mi sobrino, viniendo a inflamar súbitamente su corazón” y concluyeron por “entregarse a aquel sentimiento vago, ideal, fantástico, frenético, que no sé bien cómo designar aquí, si no es ya que me valga de la consabida calificación de... romanticismo puro.”
“A mí no me desagradó la idea de que el muchacho se inclinase a la muchacha”
“cuando una noche me hallé sorprendido con la vuelta repentina de mi sobrino, que en el estado más descompuesto y atroz corrió a encerrarse en su cuarto”
Va a la casa de la muchacha para averiguar la causa del drama. Esta era un papel que había escrito su sobrino a la muchacha “Y a todo esto -añadía el padre-, nada de boda ni nada de solicitar un empleo para mantenerla....” “y a lo mejor nos asusta por las noches, despertando despavorida y corriendo por toda la casa, diciendo que la persigue la sombra de no sé qué Astolfo o Ingolfo el exterminador; y nos llama tiranos a su madre y a mí; y dice que tiene guardado un veneno”
“Si no lo convencí de que podía casar a su hija con un tigre, por menos le determiné a casarla con un loco.” “Satisfecho con tan buenas nuevas, regresé a mi casa para tranquilizar el espíritu del joven amante;”
La criada gallega, viendo mal al joven, le mete en su cuarto e intenta seducirle, “pero el preocupado galán no respondía, sino de cuando en cuando exhalaba hondos suspiros”.
Empieza a improvisar un poema a su amada y la criada se queda atónita.
Encierra a su sobrino en su habitación y aparta todos los objetos con que pueda lastimarse, encuentra una carta dirigida a él alarmante. Decide entonces, que este se alistaste en el ejército y le ve partir.
Un año después, le vuelve a ver robusto y alegre. “Luego que ya le vi en estado que no peligraba, le entregué la llave de su escritorio
“Deseoso sin duda, de probarme su nuevo humor, quiso entregarlas al fuego; pero yo, celoso de su fama póstuma, me opuse fuertemente a esta resolución; únicamente consentí en hacer un escrupuloso escrutinio, dividiéndolas, no en clásicas y románticas, sino en tontas y no tontas” y en cuanto a la obra de teatro la tenía otro poeta.
La lectura, en fin, de sus versos trajo a la memoria del joven militar un recuerdo de su vaporosa deidad; preguntóme por ella con interés, y aun llegué a sospechar que estaba persuadido de que se habría evaporado de puro amor; pero yo procuré tranquilizarle con la verdad del caso, y era que la abandonada Ariadna se había conformado con su suerte: ítem más, se había pasado al género clásico, entregando su mano, y aun no sé si su corazón, a un honrado mercader de la calle de Postas...
Bien es la verdad que él, .por su parte, no la había hecho, según me confesó, sino unas catorce o quince infidelidades en el año transcurrido. De este modo concluyeron unos amores que si hubieran seguido su curso natural, habrían podido dar a los venideros Shakespeares materia sublime para otro nuevo Romeo”. 

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