En este poema, Valdés se dirige a su amigo Jovino
(Jovellanos) en la lóbrega noche, al que echa de menos. Valdés está triste y
juzga injusto lo que hicieron con Jovellanos. Necesita hablar con él pues
“Doquiera vuelvo los nublados ojos, nada miro, nada hallo que me cause sino
agudo dolor o tedio amargo.” Solo Jovellanos puede aliviar su dolor.
“Sí, amigo, sí: mi espíritu insensible, del vivaz gozo a
la impresión süave, todo lo anubla en su tristeza oscura,”. Huye del sol y se
refugia en la negra noche “la noche melancólica al fin llega, tanto anhelada”.
No puede conciliar el sueño.
“Así tu amigo vive; en dolor tanto, Jovino, el infelice,
de ti lejos, lejos de todo bien, sumido yace.”
Implora la muerte para aliviar sus penas.
“Tú lo has visto, Jovino: en mi entusiasmo perdido,
dulcemente fugitivas volárseme las horas... Todo, todo se trocó a un infeliz:
mi triste musa no sabe ya sino lanzar suspiros”
Admite que su razón se ha vuelto ciega. “Extiende a mí
la compasiva mano, y tu alto imperio a domeñar me enseñe la rebelde razón”
No hay comentarios:
Publicar un comentario