Se dirige al pintor como discípulo de Apeles (pintor de la Antigua Grecia).
Dice que puesto empleará ese pincel en su feo rostro, no le ponga ceñudo, ni con iracundos ojos, “en la diestra el estoque de Toledo famoso, y en la siniestra el freno de algún bélico monstruo”, “ni tampoco me pongas, con vanidad de docto, entre libros y planos”,… le da instrucción sobre cómo le ha de retratar concluyendo “Retrátame, te pido, de este sencillo modo, y no de otra manera, si tu pincel hermoso empleas, por capricho, en este feo rostro.”
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