Preguntó un Caballero al Autor si hallaba algún arbitrio para que un
Noble, provocado a desafío, por el motivo de evitar la ofensa de Dios, excusase
de aceptarle, sin incurrir la nota de cobarde; y le responde en ésta
1.
“el Noble desafiado no debe, ni puede aceptar,
porque pecaría gravísimamente en hacerlo; lo uno contra sí exponiendo su vida;
lo otro contra el prójimo, queriendo, o poniéndose en ocasión próxima de
quitársela” además la Iglesia contempla el duelo como pecado bajo pena de
Excomunión mayor.
2.
Mas pese a esto, “Si acepta, ofende a Dios
gravísimamente; sino, queda reputado entre los hombres por infamemente
cobarde”. Debe el Noble elegir no ofender a Dios.
3.
Sin embargo, esto es arduo. Pone el ejemplo del
Virrey de Cataluña que empuñó una daga contra San Francisco de Borja, y este sufrió
el insulto arriesgándose a que muchos le llamasen cobardes.
4.
“y no pudiendo por consiguiente esperarse de
muchos, que puestos en el conflicto de admitir el desafío, o incurrir la nota
de cobardes, hagan a Dios el gran sacrificio de cargar con aquella ignominia
por no ofenderle; sería convenientísimo descubrir algún expediente para
excusarse del desafío”
5.
“si el Noble desafiado, luego que se niega a la
aceptación, voluntariamente se pusiese en otro riesgo de perder la vida, igual
al que evita en el desafío, nadie le tendría por cobarde, antes todos
juzgarían, que no por falta de valor, sino por otro motivo diferente se había
excusado del duelo. Y si el ponerse en el nuevo riesgo fuese sin ofender a
Dios, antes en servicio suyo, todos creerían que puramente por no ofenderle no
había aceptado el desafío.”
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