Historia de una escalera - Antonio Buero Vallejo

Historia de una escalera trata sobre la sociedad española de principios del siglo XX en una comunidad de vecinos.
- Acto primero
La historia comienza cuando doña Asunción pide a Don Manuel un préstamo para poder pagar al cobrador de la luz, es entonces cuando se hace más visible los problemas económicos de los vecinos a excepción de Don Manuel. Y nos presentan también a Fernando y Carmina, dos jóvenes enamorados, con muchos sueños y planes futuros.
- Acto segundo
El segundo año trascurre después de diez años, en los cuales han fallecido personas como Asunción, Don Manuel y por último Don Gregorio. Y se han formado parejas como Fernando y Elvira, los cuales tiene un bebé (Fernando hijo), Carmina y Urbano y por  último Rosa y Pepe, cuyo matrimonio ha hecho que esta no se hable con su padre, el señor Juan. 
- Acto tercero
Este último acto continúa tras veinte años, en los que Fernando y Elvira han tenido otro hijo llamado Manolín, y también Carmina y Urbano, los cuales han tenido una niña de nombre Carmina. Los cuales como por burla del destino también se enamoran, dispuestos a repetir de nuevo la que fue la historia de sus padres. 

Carta del descubrimiento - Colón

Colón escribe la carta a Luis de Santángel el 15 de febrero de 1493.
Dice que pasó 33 días en las Indias  y como encontró muchísimas islas pobladas de un sin número de indígenas. Dice haber tomado posesión de todas ellas en nombre de los reyes.
A la primera isla que encontró la llamó San Salvador (que los indios llamaban Guanahaní) “en conmemoración de su Alta Majestad”
A la segunda llamó Santa María de Concepción, a la tercera Fernandina, a la cuarta la Isabela, a la quinta Juana. Encuentra entonces la provincia de Catayo y sigue andando ya que solo encontraba pequeñas aldeas de gente que salía huyendo. Piensa que no hay grandes ciudades.
Envía a dos hombres a ver si “había Rey o grandes ciudades.” Andan tres jornadas pero solo encontraron poblaciones pequeñas.
Decide coger otra vez el barco y va hasta la Española. Dice que las tierras eran muy fértiles, que había muchos puertos “sin comparación de otros que sepa de cristianos” y buenos y grandes ríos. Las tierras son altas, hay muchas sierras y montañas altísimas, “sin comparación de la isla de Tenerife” y muchos árboles que según le han dicho nunca pierden la hoja y siempre están verdes y con fruto. Por donde van cantan los pajaritos.
Sigue describiendo la flora, exagerando lo buena que es. Dice que la Española es maravilla para sembrar y criar ganado así como la edificar. Estos, son diferentes de los que encontró en la Juana.
Los indígenas andan desnudos, aunque algunas mujeres se cobijan “un solo lugar con una hoja de hierba o de algodón.” Estos indígenas no tienen armas de hierro, sino solo de caña. Son temerosos y salen huyendo de Colón. Aunque cuando pierden ese miedo son “tan liberales de lo que tienen” y muestran amor.
Colón defiende que no les den a los indios “cosas tan viles como pedazos de escudillas rotas y pedazos de vidrio roto” aunque a estos les parecía “haber la mejor joya del mundo” y les daban cosas que valían mucho más a cambio.
Añade que “allende de esto se harán cristianos porque se inclinan al amor y servicio de Sus Altezas” y porque son generosos. “Y no conocían ninguna secta ni idolatría” y que el bien es en el cielo.
Los indios creían que Colón y sus compañeros eran gente que venía del cielo. Y esto no era porque eran ignorantes, sino porque nunca habían visto a gente vestida así ni semejantes navíos.
En la primera isla que encontró tomó por fuerza algunos indios para que aprendiesen y le informase del territorio. Se comunicaban a través de señas.
Cuando llegaban a un nuevo territorio, estos indios corrían de casa en casa anunciando que había llegado la gente del cielo.
Los indios tenían canoas.
Vuelve a señalar lo dispuestos que son estos indios a la conversión al cristianismo.
La isla Juana es mayor que Inglaterra y Escocia juntas, “porque allende de estas […] me quedan de la parte del Poniente dos provincias que yo no he andado, la una de las cuales llaman Auan, adonde nace la gente con cola.”
Indica que de todas a tomado posesión en nombre de Sus Altezas y por lo tanto puede disponer de ellas como estos quieran, incluyendo las minas de oro y las tierras.
Dice que los reyes tenían hasta 2 mujeres y que las mujeres trabajan más que los hombres.
No ha encontrado hombres monstruosos como muchos pensaban.  
Dice que hay sitios muy fríos pero que los indígenas lo aguantan bien por las cosas que comen con especias.
No ha encontrado monstruos salvo en el Caribe donde ha escuchado que son caníbales y con las canoas roban todo cuanto quieren. Y tienen los cabellos largos como mujeres y usan arcos y flechas de caña. Son feroces al contrario que los otros que son cobardes.
En Matinino dice solo hay mujeres.
Le han asegurado que hay otra isla aún más grande que la Española, donde hay mucho oro.
Pide a los reyes algo de ayuda y así poder él darles todo el oro, esclavos (sólo los idólatras) y algodón y todo cuanto pueda llevar a España.

Se despide  como el Almirante. 

Representación hecha a don Carlos IV desde la cartuja de Mallorca - Jovellanos

Cuenta como el 13 de marzo por la mañana le arrestó el regente de la Audiencia de Asturias, y sin darle explicación alguna le llevaron a León, donde estuvo durante 10 días en un convento de franciscanos descalzos.
Llegan al puerto de Barcelona, donde le entregan al capitán general “y de su orden nuevamente recluso en el convento de Nuestra Señora de la Merced”. Llevándole definitivamente a Palma, es decir, desterrado de España.
Se queja de que le han humillado y dañado su honor, además de que no le han dado ninguna explicación de porqué.  No obstante lo que más le duele es haber perdido la gracia del rey.
“Acaso, Señor, para justificar tan rigorosos procedimientos se habrá creído que mis delitos y sus pruebas se hallarían en mis papeles, los cuales, tal vez con este solo fin, se ocuparon súbitamente y sin excepción alguna. Pero, Señor, si antes de esta ocupación no existían contra mí pruebas de ningún delito, ¿cómo es que por alguna aparente sospecha o por alguna delación calumniosa se ha tomado conmigo tan violenta y extraña providencia?”
“Y digo, Señor, que lo celebraría, porque ¿qué se hallará en mis papeles, sino una no interrumpida serie de testimonios que acrediten mi inocencia e integridad de mi vida, consagrada por espacio de treinta y cuatro años al servicio de V. M. y al bien común?”
“Así que, ruego humildemente a V. M. que, obrando según los principios de equidad y justicia inseparables de su piadoso corazón, se digne mandar: primero, que si algún delito se me hubiere imputado ante V. M., se me haga desde luego cargo de él, y se me oigan mis defensas según las leyes; segundo, que cualquiera juicio que contra mí se haya de instaurar, se instaure y siga, no ante comisionados o juntas particulares, sino ante algún tribunal públicamente reconocido, ora sea el

Consejo de Estado, de que soy miembro, ora el de Órdenes, como caballero profeso de la de Alcántara, ora ante el Consejo Real, que es el primer tribunal civil de la nación, ora, en fin, pues que se me ha trasladado a esta isla, ante el acuerdo de su real audiencia, pues en ellos o cualquiera otro estoy pronto a responder de mi conducta; tercero, que declarada que sea mi inocencia, de que estoy bien seguro, se digne V. M., no sólo reintegrarme en mi antiguo estado, sino también reparar íntegramente y en la forma que más fuere de su real agrado la nota y baldón que tantas violencias y atropellamientos cometidos en mi persona hayan podido causar en mi reputación y buen nombre. Así lo espero de la justicia y rectitud de V. M., por cuya vida y prosperidad quedo rogando fervorosamente al cielo.”

El delincuente honrado - Jovellanos

Torcuato mató al Marqués, antiguo marido de Laura, su actual esposa. Le cuenta a su amigo Anselmo, que es el único que sabe que lo mató, que tiene pensado contarle a Laura la verdad y huir pues se siente culpable por haber engañado a Laura, aunque tiene miedo de que esta no le perdone y de defraudar a Don Simón, padre de Laura.
Anselmo le cuenta que Juanito, criado del difunto Marqués, está en las cárceles de Segovia “Desde que de orden del Rey vino a continuar la causa el alcalde don Justo de Lara”.
Torcuato está raro todo el día. Les dice a Laura y don Simón que ha de ir a Madrid para recoger unos dineros que le dejó en herencia su tía al morir. Habla con Don Justo, juez.
Juanito dice que quien mató a su amo fue Anselmo, por lo que le encarcelan, ya que este no quiere confesar quien fue en realidad.
Al enterarse se lo confiesa a Laura y va a la cárcel a confesárselo al escribano. Sueltan a Anselmo y encarcelan a Torcuato. Don Simón opina que debería estar en la cárcel por haber aceptado el desafío, tal y como dicta la ley. Doña Laura está desconsolada. Don Justo decide hacer todo lo que pueda por él ya que le considera honrado. Torcuato se había criado solo con su madre, ya que su padre tuvo que irse en un viaje antes de que él naciese y su madre tenía pensado al volver decirle que era su hijo y así restablecer el honor de Torcuato dándole un nombre pero la madre murió antes de que esto pasase y Torcuato no sabía quién era su padre. Se descubre que don Justo es en realidad el padre de Torcuato. Don Justo manda a Anselmo a “tirar de influencias” para salvar a Torcuato. Justo cuando van a ejecutar a Torcuato, aparece Anselmo con el indulto del rey y se salva.   

Cartas eruditas y curiosas (Tomo 4, Carta 3) - Feijoo

Preguntó un Caballero al Autor si hallaba algún arbitrio para que un Noble, provocado a desafío, por el motivo de evitar la ofensa de Dios, excusase de aceptarle, sin incurrir la nota de cobarde; y le responde en ésta

1.    “el Noble desafiado no debe, ni puede aceptar, porque pecaría gravísimamente en hacerlo; lo uno contra sí exponiendo su vida; lo otro contra el prójimo, queriendo, o poniéndose en ocasión próxima de quitársela” además la Iglesia contempla el duelo como pecado bajo pena de Excomunión mayor.
2.    Mas pese a esto, “Si acepta, ofende a Dios gravísimamente; sino, queda reputado entre los hombres por infamemente cobarde”. Debe el Noble elegir no ofender a Dios.
3.    Sin embargo, esto es arduo. Pone el ejemplo del Virrey de Cataluña que empuñó una daga contra San Francisco de Borja, y este sufrió el insulto arriesgándose a que muchos le llamasen cobardes.
4.    “y no pudiendo por consiguiente esperarse de muchos, que puestos en el conflicto de admitir el desafío, o incurrir la nota de cobardes, hagan a Dios el gran sacrificio de cargar con aquella ignominia por no ofenderle; sería convenientísimo descubrir algún expediente para excusarse del desafío”
5.    “si el Noble desafiado, luego que se niega a la aceptación, voluntariamente se pusiese en otro riesgo de perder la vida, igual al que evita en el desafío, nadie le tendría por cobarde, antes todos juzgarían, que no por falta de valor, sino por otro motivo diferente se había excusado del duelo. Y si el ponerse en el nuevo riesgo fuese sin ofender a Dios, antes en servicio suyo, todos creerían que puramente por no ofenderle no había aceptado el desafío.”

Pone ejemplos de personas y países que así lo hicieron. Finaliza diciendo que “Por esto convendría mucho que los Príncipes prohibiesen el duelo con severísimas penas, y adonde el abuso fuese grande, las hiciesen aplicar irremisiblemente.

Oda II: El amor mariposa - Meléndez Valdés

Viendo el amor que las muchachas huían de él, jura vengarse. Se convierte en mariposa  y revolotea entre las flores. Las muchachas viendo la mariposa tan grácil, intentan atraparla y la mariposa las esquiva continuamente. Y siendo las muchachas más felices, el Amor se revela con su verdadera forma, y las atrapa con sus alas de mariposa.   
“También de mariposa le quedó la inconstancia: llega, hiere, y de un pecho a herir otro se pasa”.

·         El tema de este poema es la volubilidad del Amor.

El caballero de Olmedo - Lope de Vega

Don Alonso, un noble caballero de Olmedo, al ir a la feria de Medina junto con su sirviente, Tello, ve a una hermosa dama vestida de labradora, de la que se enamora (doña Inés); “en forma de labradora encubría el ser señora”.
Entonces contrata a una alcahueta, de nombre Fabia, a la que le da una carta amorosa que ésta tendrá que dar a doña Inés, a cambio de un collar.
Fabia va a casa de Inés con la excusa de que vende “niñerías que vender para comer” y cosméticos y le incita a leer unos papeles entre los cuales se encuentra la carta amorosa, entonces le entrega la carta y la convence para que responda a la carta diciendo que es para otro caballero y otra dama, se va a responderla, aunque sospecha que es para el forastero al que vio en la feria. Entonces, entra su prometido, don Rodrigo, junto con su amigo, don Fernando, por la puerta y al encontrarse con Fabia se disgustan pero las mujeres les convencen de que es la honorable anciana que limpia la ropa.
Inés responde a la carta de Alonso. En ésta se dice que Alonso debe de ir a casa de Inés a recoger un listón verde de chinelas, que ésta dejara en la reja del jardín por la noche para el próximo día Alonso se lo ponga en el sombrero y puedan reconocerse.
Pero cuando llega la noche y Alonso va junto con Tello a por el listón se encuentran con que Rodrigo y Fernando pasaron a dar una vuelta por casa de Inés y que habían encontrado en listón, como no saben de cuál de las dos hermanas es (Fernando pretende a Leonor), deciden partirla por la mitad, pero en esto, oyen las voces de Tello y Alonso y, acobardados, se van. En un momento, Inés ve a Rodrigo con el listón y piensa que Fabia le ha tendido una trampa para que se enamorara de su prometido, porque en el fondo no estaba enamorado de él.
Al de un rato aparece Fabia y le explica lo ocurrido, y también le dice quien es en realidad su amante, el caballero de Olmedo: la gala de Medina, la flor de Olmedo.
Más tarde Tello y Alonso van hacia Medina hablando, cuando Tello le insinúa a Alonso sobre la peligrosidad de este romance, puesto que está Fabia la alcahueta con su magia por medio, pero Alonso le contesta que el amor tiene que soportar cualquier tipo de peligro.
Al de un rato llegan a casa de Inés y entonces Alonso e Inés empiezan a condescenderse. Pronto llega don Pedro, padre de Inés, por lo que Alonso y Tello se ven en la obligación de esconderse. Don Pedro sorprendido de ver a su hija despierta a altas horas de la mañana le pregunta que qué hace despierta a esas horas, Inés le responde que estaba rezando.
Pero también le cuenta que quiere ser monja por lo que necesita que le haga cortar un hábito cuanto antes y que le busque un profesor de canto que asimismo le enseñe latín. Don Pedro no le niega la palabra de dios y promete esforzarse en encontrar una mujer que le enseñe tanto latín como canto.
Al irse don Pedro, Alonso y Tello vuelven a aparecer, como Inés ya no está comprometida, Alonso lo tendría más fácil, pero ahora tiene que contar con que Inés es monja. Entonces deciden que Tello sería su profesor de latín, que sería el que llevaría las cartas de amor a Inés, y que Fabia sería su profesora de virtudes y costumbres.
Así lo planearon y así lo desempeñaron. Fabia y Tello consiguieron ser los maestros de Inés. Todo les salió muy bien, lo que pasa es que al ser Inés una monja no pudo acudir a la feria de Medina a la que el rey asistiría. Pero Alonso sí que acudió a pesar de tener una revelación de su alma en un sueño en el que éste moría.
Con la feria ya empezada Alonso empezó a tomar parte en ésta, en la cual destaca como gran jinete picador de toros. Don Rodrigo incapaz de soportar todas las alabanzas que el público estaba echando a don Alonso, se ve en la obligación de meterse en la feria.
Don Alonso antes de dejar de lucirse, le dice a Tello que vaya a donde Inés y le diga que se prepare para hablar con él antes de que éste parta hacia Olmedo para que sus padres no piensen que ha sido asesinado por uno de los toros.
Pero mientras Tello va a donde Inés, don Rodrigo entra en la faena, y necesita la ayuda de Alonso para salvarse la vida después de haberse caído del caballo delante de un toro. Por lo tanto don Rodrigo se encuentra furioso por deberle la vida al hombre del que tiene celos. Antes de partir hacia Olmedo, don Alonso pasa por casa de Inés a hablar con ella.
Después de hablar, al partir, Alonso ve una sombra de la cual se asusta, pero no le da más importancia y piensa que es su imaginación, por lo tanto prosigue su camino. Pero cuando ya estaba cerca de su casa se siente amenazado por un silbido de una de sus canciones, alertado por lo sucedido con la sombra, se prepara para el combate y decide averiguar quien el que silba la canción. Pero no es más que un campesino, por lo que se despreocupa.
Al de pocos instantes ve acercarse a unos caballeros, los cuales distingue casi al momento, son don Fernando y don Rodrigo. Alonso al ver que es don Rodrigo se despreocupa sabiendo que le ha salvado la vida y no cree que le haga nada. Pero contra todos los pronósticos le atacan y huyen hacia Medina. Al cabo de un rato llega Tello que se encuentra a Alonso en el suelo medio desangrado y le ayuda a llegar ante sus padres.
Mientras todo esto sucede, Inés le cuenta la verdad sobre Alonso a su padre y accede a que se casen. Tello después de dejar a Alonso en su casa ya muerto, parte hacia Medina dejando a los padres y a la casa de éste de luto.
Cuando llega a Medina se encuentra con don Fernando y don Rodrigo que tras la muerte de Alonso iban a pedir las manos de Leonor e Inés respectivamente. Pero Tello le cuenta lo sucedido al rey que también se encontraba en la casa y logra que este haga ahorcar a Fernando y Rodrigo dando fin a la obra de El caballero de Olmedo. 

La comedia nueva o El café - Leandro Fernández de Moratín

Don Antonio habla con el camarero Pipí sobre una nueva comedia que se ha hecho.
Don Antonio opina que le teatro ha decaído y que apenas hay unos pocos que realmente salgan hacer buenos versos.
Al continuación Moratín presenta al resto de personajes por boca de don Antonio y Pipí.
Hablan entonces de como en España apenas hay una docena de comedias que sigan la regla de las tres unidades, al contrario que los franceses. Pipí  opina que una comedia no ha de tener reglas.
Pipí dice que si él supiera escribir haría como Eleuterio (autor de la nueva comedia) y se dedicaría a escribir comedias. Es la primera comedia que escribe Eleuterio. Cabe destacar además, que Eleuterio es un hombre sin estudios.
Trata el tema de la amistad.
Don Pedro y Don Antonio hablan sobre la comedia y sobre porqué Don Pedro no quiere ir a verla. Don Eleuterio les escucha, se acerca y le promete que le gustará.
Expone que en verano valen menos dinero las comedias que en invierno..
Leen entonces algunas escenas de la obra. La obra trata sobre un emperador de Polonia, y una dama que muere de hambre porque el visir la tuvo si comer seis días porque no quería ser su concubina.
Don Pedro afirma que la comedia de don Eleuterio es un disparate y don Eleuterio contesta que eso no es lo que opinan los hombres inteligentes que lo han leído. Y llega a exclamar don Pedro que comedias así hacen que los extranjeros se burlen de nosotros.
Don Hermógenes, hombre algo pedante, apoya a Eleuterio diciendo que su obra es muy buena y va a ganar gran dinero. Sin mebargo cuandop le preguntan que opoina de la obra, en vez de comenzar comienza hablando de lo que opinan los críticos entindeb por teatro y lo qu enetendían los griegos,… empleando frases en latín,…. Don Pedro dice a don Hermógenes que es un pedante y se va. Critican a don Pedro.  

Se estrena la comedia El gran cerco de Viena. El día del estreno acuden Doña Mariquita (su hermana), Don Pedro y Don Antonio, Don Serapio, Doña Agustinay Don Hermógenes . Al ver que la obra es un fracaso el último huye dejando a Eleuterio en la miseria. Pero Don Pedro resuelve el fracaso de Eleuterio dándole un trabajo con la única condición de que quemara la obra estrenada y toda otra que hubiera escrito suponiendo que las demás fueran del mismo tipo.

Personajes
Eleuterio. Joven ingenuo que inicia su carrera como autor dramático sin tener conocimientos teatrales.
Agustina. Esposa de Eleuterio, ayuda a su marido en la composición de sus versos.
Mariquita. Hermana de Eleuterio, casadera a quien pretende don Hermógenes.
Hermógenes. Crítico teatral pedante.
Pedro de Aguilar. Prototipo de ilustrado: de buena posición social, generoso y de gran honradez. Serio y recto, incapaz de ser hipócrita dice la verdad sobre el escaso mérito literario de El gran cerco de Viena; pero tras el fracaso del estreno, compensa a Eleuterio ofreciéndole trabajo.
Antonio. Hombre culto, aunque su bondad le impide desengañar a Eleuterio.
Serapio. Aficionado al teatro. Anima a Eleuterio y concierta los esponsales de Mariquita con Hermógenes.
Pipí. Camarero. Acaba contagiándose de las fatuas ilusiones de escritor hasta el punto de declarar su intención de comenzar su carrera como dramaturgo.

La despedida - Leandro Fernández de Moratín

Moratín se dirige a su patria, para decirle lo ingrata que ha sido con él. Así dice haber nacido de madre honesta,  con fácil ingenio, fue estudioso, y fue aplaudido. Mas fue ofendido por muchos, aunque él nunca ofendió a nadie. “las musas bellas mi pasión fueron, el honor mi guía. Pero si así las leyes atropellas, si para ti los méritos han sido culpas, a Dios, ingrata patria mía.”

A la expedición española para propagar la vacuna en América bajo la dirección de don Francisco Balmis - Don Manuel José Quintana

Nota previa -> es una “diálogo” con América
América inocente, la tierra más tierna y hermosa. 
Bárbaros y malvados aquellos que la destrozaron.
Con sangre se escribieron los gritos de América.
Dice que los españoles ya no son aquellos que conquistaron América y que la arrancaron de su silencio.
Sin embargo porque ya no sean los mismos no por eso ha de cesar el llanto de América.
América podría olvidar el rigor, la saña y la codicia de los españoles, ya que fue crimen del tiempo, no de España, pero no puede olvidar “la peste fatal que a desolarme de sus funestas naves fue lanzada” y mató a los hijos de América.
Esto ocurrió hasta que en los campos de Albión (Gran Bretaña) Jenner descubrió la vacuna contra la viruela.
Las madres pudieron abrazar a sus hijos sin temor a perderlos.
 Se alaba a Jenner por inventarlo, y un español (Balmis) dice que mientras él goza de la Fortuna de la invención, él viajará a América para llevarla.
“A Balmis respetad. ¡Oh heroico pecho, que en tan bello afanar tu aliento empleas!”
Llega a América y les cura. Digna empresa de Confucio.

“tú ya durmiendo de la tumba fría no los oirás, escúchalos al menos en los acentos de la musa mía.”

A Jovino el melancólico - Meléndez Valdés

En este poema, Valdés se dirige a su amigo Jovino (Jovellanos) en la lóbrega noche, al que echa de menos. Valdés está triste y juzga injusto lo que hicieron con Jovellanos. Necesita hablar con él pues “Doquiera vuelvo los nublados ojos, nada miro, nada hallo que me cause sino agudo dolor o tedio amargo.” Solo Jovellanos puede aliviar su dolor.  
“Sí, amigo, sí: mi espíritu insensible, del vivaz gozo a la impresión süave, todo lo anubla en su tristeza oscura,”. Huye del sol y se refugia en la negra noche “la noche melancólica al fin llega, tanto anhelada”. No puede conciliar el sueño.
“Así tu amigo vive; en dolor tanto, Jovino, el infelice, de ti lejos, lejos de todo bien, sumido yace.”
Implora la muerte para aliviar sus penas.
“Tú lo has visto, Jovino: en mi entusiasmo perdido, dulcemente fugitivas volárseme las horas... Todo, todo se trocó a un infeliz: mi triste musa no sabe ya sino lanzar suspiros”
Admite que su razón se ha vuelto ciega. “Extiende a mí la compasiva mano, y tu alto imperio a domeñar me enseñe la rebelde razón” 

Al pintor que me ha de retratar - José Cadalso

Se dirige al pintor como discípulo de Apeles (pintor de la Antigua Grecia).
Dice que puesto empleará ese pincel en su feo rostro, no le ponga ceñudo, ni con iracundos ojos, “en la diestra el estoque de Toledo famoso, y en la siniestra el freno de algún bélico monstruo”, “ni tampoco me pongas, con vanidad de docto, entre libros y planos”,… le da instrucción sobre cómo le ha de retratar concluyendo “Retrátame, te pido, de este sencillo modo, y no de otra manera, si tu pincel hermoso empleas, por capricho, en este feo rostro.

Acteón y Diana – José Antonio Porcel

Diana “aunque tres formas vistió (Diana, Hécate y Selene), no querrá un hombre”, pues aunque estuvo con Plutón su matrimonio fue un infierno (Hécate). “Y aun Endimión solamente se acuerda como por sueño” (Endimión de quien se enamoró Selene).
Diana, hija de Júpiter (un borracho) y Latona “que parió una muchacha como una luna, y como un sol un muchacho”
Cansada un día Diana de cazar, les dijo a sus ninfas que iba a bañarse.
Desnudas ya Diana y sus ninfas se metieron en el agua aunque temían que alguien las viese.
Las vio entonces Acteón que venía de cazar, que las dijo “no gritéis, ni vuestros tiples me alcéis, que yo busco vuestros bajos, añadiendo que no importaba si eran feas. “Porque vea, no hayas pena, Diana, tus cuartos menguantes, que mis cuartos son bastantes para hacerte luna llena”
Diana entonces le castiga “eso que me quieres dar guárdalo para los perros”. Le convierte en ciervo y hace que sus propios perros le persigan y lo despedacen.

Moraleja: “»pues cualquiera mujer que se codicia (sea la mejor), lo deja a un hombre hecho un pobre, un bruto, y lo peor, cornudo

Amar sin saber a quién - Mariana de Carvajal y Saavedra

Doña Lucrecia termina de contar una historia y sus huéspedes celebran la venganza de don Jacinto (de la 
historia que habían contado anteriormente) y aplauden a Beatriz que “quiso más morir de su pena que faltar 
a su decoro”. 
Doña Lucrecia señala que sus huéspedes solo aplauden como ha contado la novela y no esta en sí.
Lucrecia procede entonces a contar la Fábula de Apolo y Dafne para probar lo dicho anteriormente.

Fábula de Apolo y Dafne
Apolo pretendía los amores de Dafne y la perseguía (como Garcilaso contaba), la vio entre las matas en postura erótica. Apolo se echa a sus pies y Dafne le despide airosa. “Prosigue su porfía airoso” y “Dafne no permite el menor atrevimiento”. Dafne huye de Apolo corriendo y este la persigue. Dafne tropieza y Apolo fatigado por la persecución la atrapa. Esta profiere gritos e intenta escapar. Al ver que no puede, clama a los dioses y se trasforma en laurel.
Termina el relato y todas la aplauden aunque la fábula no es de tan buen gusto, sino porque solo ven lo “bien
referido en la Fábula”.

Doña Leonor refiere entonces otra historia.
   Lisena, hija de Ludovico, tenía 16 años y era bella además de inteligente, por lo que tenía muchos pretendientes, mas el rey cerró las puertas a todo pretendiente cuando murió la Reina. Enrico, rey de Navarra, sintió mucho oír esto pues estaba profundamente enamorado de Lisena, si bien era un amor de oídas. El rey Ludovico decide volver a casarse y tener un heredero, pero su nueva esposa siente celos del amor que el pueblo siente por Lisena por lo que esta decide fingir que su padre la ha exiliado para que tenga un embarazo tranquilo. Es “desterrada” pues a la Isla. Enrico se disfraza de villano y va a La Isla, donde entra a servir a un caballero llamado Alberto. Cambia su nombre Enrico por el de Rustico Amador.   
Un mes después va a palacio y tanta gracia provoca a los que le escuchan, que se queda ayudando a decorar el palacio.
Por la noche Enrico va a un lugar solitario para cantar a su amada, asegurándose de que nadie más los oiría pues sabía cuál era la ventana del dormitorio de su amada.
Lisena se asoma a la ventana al oír a Enrico cantar la canción que la ha compuesto y cuya letra lleva el nombre de Lise. Lisena vuelve a la cama preguntándose quién sería el hombre que la cantaba. Manda al almirante que le prepare una tienda al aire libre y llame a todos los músicos para que canten. Enrico se va a la torrecilla y canta mientras todos los demás están con la princesa. Lisena sigue sin saber quién es. Pero esta segunda vez canta con “tan tristes acentos” al final que Lisena torna en melancolía, por lo que ordena al Almirante que la entretenga. Empieza el juego de la pelota y dice Enrico a Alberto que le deje jugar a él y que ganará el dinero para él. Gana al hijo del Gobernador en el juego pero al irle a pagar dice que no quiere su dinero sino su amistad. Lisena se fija en él y pregunta por él al Almirante, quien dice que jamás vio hombre tan gracioso. Dice entonces esta que le llamen al día siguiente pensando quizás que es él a quien escuchó y que se disfraza para no mostrar su grandeza.
Al día siguiente van de caza y Enrico  se muestra ducho en el arte de la caza disparando a una paloma sin errar un solo centímetro.
Llegada la hora de la canción Enrico decide no cantar sino mandar un papel que tira con una flecha a la habitación de Lisena. La princesa se frustra por no saber quién da muestras de amarla.
Manda al Almirante hacer una fiesta. Como tradición popular se ha de nombrar a un rey de los gallos entre los mancebos.  
Enrico va a casa del gobernador y le convence para que le nombre rey de los gallos a él (¿le da ropa?) Queriendo así dar una rica y gran comida y vestirse tanto él como los otros mancebos que hacen de criados del rey de los gallos ricamente. Va Enrico a casa de un pintor pidiendo que ponga encima del bastón (del rey de los gallos) una coplilla y una polla.
Va a palacio y ordena a los criados hacer una calle para que él pase hasta la princesa y haga tres reverencias. Después de esto bailan los criados tres danzas. Vuelve a hacer tres reverencias. El Almirante empieza a sospechar que es un caballero disfrazado de villano. Otro caballero no obstante duce que es tan solo que se ha metido tanto en el papel de rey que se lo ha creído.
Lise vuelve a llamar a Enrico por la tarde, deja este la corona en el suelo a los pies de Lisena diciendo cuando le pregunta que porque deja la corona en una posición inferior, que esta no puede estar más alta “que a los pies de la princesa de Escocia”. Todos sospechan ya que no es villano.
Pasados unos días van a navegar y la regresar a tierra Lise se cae al agua. Enrico se lanza corriendo al agua a rescatarla y olvida su simpleza por un momento al dar las instrucciones de que han de hacer para que no enferme y muera. Se despierta y nombre a Enrico médico de cámara. Enrico vuelve a tocar otra canción.
“Contenta y satisfecha de que el fingido médico era el encubierto amante” le arroja agua risueña diciendo “es menester para templar algo del fuego que me abrasa”.
Llegan noticias de que la Reina ha parido ya al heredero. Lisa manda hagan una fiesta. Enrico propone jugar a las cañas para que “lleváramos todos adargas y divisas, significando cada uno el estado en que tiene su amor o pretensión”. Y como Rodrigo “le tenía por mentecato” se sorprende de que sepa lo que es el amor.
Cada caballero va al pintor con tafetán para poner el mote de su amada. El de Enrico decía “aunque me veis en el suelo, he de volar hasta el cielo”. Lise le da a cada uno una recompensa. Al de la cadena una vuelta de cadena, al del candado una llave, al que los jazmines herían una banda de gafas de oro.
A Enrico que había mandado pintar “un globo a modo de cielo” con un serafín y un pajarillo con las alas abiertas, le da una jaula “para que el pajarillo no vuele”.
Lisena queda picada porque este no se declare.
Ha de volver en seis días con su padre pues la reina ya ha parido. Al enterarse Enrico de esto pone tal cara de pena que Lise al vele decide obligarle a que se declare. Dice que va a pedir a su padre que le haga médico de cámara en la Corte. A o que responde “mire si el original de esa copia  puede servir la plaza de un doctor”. Lise llama al Almirante para intentar desenmascararle pues aunque sospecha que es noble no sabe ni tan siquiera su verdadero nombre. Pide el nombre de aquellos que al principio la pretendieron y descubre por el retrato que es el Rey de Navarra. El Almirante le confiese a Enrico que saben quién es.

Tras la llegada del rey Ludovico elige a Enrico como mejor pretendiente, y se casan. Le da el título de duque de Sagüesa al Almirante.   

Teatro crítico universal - Feijoo

  Prólogo al lector
Feijoo se dirige al lector señalando que el resultado más común de leer su obra sea considerarla inicua por los “antiguos dictámenes” de la época. Y señala que los autores que pretenden dar a conocer la verdad solo recibirán injurias en vida, mas serán venerados cuando ya hayan muerto.
Pretende aquí representar con varios ejemplos cuan erróneas son las opiniones de la época. Establece tres tipos de lectores: el sectario de la voz del pueblo, el discreto y el necio. Deja claro que los discursos no están distribuidos por determinadas clases, bien porque no pertenecen a ninguna o bien porque pertenecen a más de una.
Toma la palabra error como aquella opinión que tiene por falsa, al margen de si la juzga o no probable. Señala que no será juez de aquellas cuestiones, sobre todo teológicas, que hayan sido tratadas por tantos hombres ilustres.
Justifica escribir en castellano diciendo que si bien “hay verdades que deben ocultarse al vulgo” estas no deben salir ni en latín.
La utilidad de la obra es proponer la verdad y por lo tanto sacar de aquellos errores que se toman como verdaderos y son perjudiciales para el público.

  Voz del pueblo
“Aquella malentendida máxima de que Dios se explica en la voz del pueblo, autorizó para tiranizar el buen juicio”. Así, “asentada la conclusión de que la multitud sea regla de la verdad, todos los desaciertos del vulgo se veneran como inspiraciones del Cielo”.
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“El valor de las opiniones se ha de computar por el peso, no por el número de las almas”. “Los ignorantes, por ser muchos, no dejan de ser ignorantes”. ¿Qué acierto pues se puede esperar de sus resoluciones? Así, el Papa Juan XXIII dijo que el dictamen del pueblo era lo que más distaba de la verdad. Si bien Feijoo no considera al pueblo como antípoda de la verdad, ya que a veces acierta o bien por ajena luz o por casualidad, por lo que el vulgo se compara a la luna por su inconstancia y porque nunca resplandece con la luz propia y como tal no puede discernir lo verdadero de lo falso. Concluye que “los que dan tanta autoridad a la voz común no prevén una peligrosa consecuencia. Si a la pluralidad de voces se hubiese de  fiar la decisión de las verdades, la sana doctrina se había de buscar en el Corán de Mahoma y no en el Evangelio de Cristo”.
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“Sólo de un modo se puede acertar, errar, de infinitos”. En la esfera del entendimiento solo hay dos puntos fijos: la revelación y la demostración; y todo lo demás son solo opiniones. Así, quien no se atenga a esos dos puntos jamás llegará a la verdad. A este primer punto (revelación) solo se mira directamente en Europa y América; y en el de la demostración solo los matemáticos; y no siempre.
Pone dos ejemplos de cómo la sentencia del pueblo se separa de la verdad. En primer lugar cuando Moisés enseñó las leyes de Dios a su pueblo que todos respondieron que las ejecutarían y al instante siguiente construían ídolos paganos. En segundo lugar, cuando eligieron a Samuel como rey de Israel en contra de lo que les decía Dios, basándose para su plegaria en que las demás naciones tenían un rey.
Feijoo creía en que la aprobación o reprobación de las personas era la única materia donde la voz del pueblo era infalible, si bien descubre que esto no siempre es así. Pone pues el ejemplo de Foción, que reprendiendo a la ciudad de Atenas, le dijo su enemigo que el pueblo le mataría si empezaba a enloquecer, a lo que Foción respondió “Y a ti te matarán si empiezan a tener juicio”. Finalmente mataron a Foción pese a ser el mejor hombre en Grecia de su tiempo.
Asimismo, locos han sido alabados por sabios y viceversa, como pasó con el sabio Demócrito, como da testimonio Hipócrates.      
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En esta ocasión, Feijoo señala que uno de los más grandes errores de los pueblos fue en cuanto a la virtud y el vicio. Así, los “mayores embusteros del mundo pasaron por depositarios de los secretos del Cielo”. Pone varios ejemplos de religión como Mahoma, Tanquelino, Sertorio,… “Lo que ha habido en esta materia más monstruoso es que algunas iglesias particulares celebraron y dieron culto como a Santos a hombres perversos o que murieron separados de la comunión de la Iglesia romana” como es el caso de la iglesia de Turon que veneró a un ladrón como mártir.
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Feijoo pone como suprema prueba para desconfiar de la voz popular los errores en materia de religión, policía y costumbres han sido autorizados por el consentimiento uniforme de los pueblos. “La mentira, el perjurio, el adulterio, el homicidio, el robo; en fin, todos los vicios lograron o logran la general aprobación de algunas naciones”. Destacan ejemplos como los germanos que legitimaban el robo, los hérulos que mataban a la mujer tras el fallecimiento del esposo, caspianos mataban a los mayores a partir de una edad. En el palacio del rey de Macoco se matan al día 200 hombres para alimentar al rey y sus domésticos. En algunos lugares se queman a las mujeres cuando muere el marido. En Malabar las mujeres pueden casarse con cuántos hombres quieran,…
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En este punto se dedica a ejemplificar y explicar las extravagantes supersticiones de varios pueblos. Destacan los romanos, grandes ridículos en lo que a la religión se refiere; así, tenían hasta 12 dioses solo para cuidar las mieses, tres para cuidar el hogar, un templo para la Fiebre, la mala Fortuna… siendo mayor el número de las deidades que de los hombres según Plinio. Y en lo que al siglo XVIII se refiere dice haber muchas naciones que dan culto al demonio, como Perú. Y en Siam se adora a un elefante blanco, en Ceilán a un diente,...
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Disparates históricos que se veneran como tradiciones ciertas. “Los arcades juzgaban su origen anterior a la creación de la luna. Los del Perú tenían a sus reyes por legítimos descendientes del Sol”,… “Si se registrase todo el mapa intelectual del orbe, exceptuando las tierras donde es adorado el nombre de Cristo, en el resto de tan dilatada tabla no se hallarán sino borrones”. “Cuantas naciones carecen de la luz del Evangelio están cubiertas de tan espesas sombras como en otro tiempo Egipto”. “Cada uno tiene por infalible la sentencia que reina en su Patria; y esto sobre el principio que todos lo dicen y sienten así. ¿Quiénes son esos todos? ¿Todos los del mundo? No; porque en otras regiones se siente y dice lo contrario. Pues, ¿no es tan pueblo uno como otro? ¿Por qué ha de estar más vinculada la verdad a la voz de este pueblo que a la del otro? ¿No más que porque éste es pueblo mío, y el otro ajeno? Es buena razón”
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Feijoo expone como los escritores dogmáticos intentan probar su fe como la verdadera. “Marco Varrón, distinguió, entre los antiguos, tres géneros de teología: la natural, la civil y la poética. La primera era la que existía en la mente de los sabios, la segunda regía la religión de los pueblos, la tercera era invención de los poetas”. Aristóteles dijo que “en las opiniones comunicadas de los siglos antecedentes, en orden a los dioses, había unas cosas verdaderas, otras falsas, pero inventadas para el uso y gobierno civil de los pueblos”. Así, pone como ejemplo a “monsieur Jurieu, cuyas erradas predicciones aún hoy son oprobio de los protestantes”. Pese a todo lo dicho anteriormente concluye señalando que los únicos sentidos donde tiene verdad la máxima de que la voz del pueblo es la de Dios. El primero es tomando por voz del pueblo el unánime consentimiento de todo el pueblo de Dios (no la Iglesia), este no puede errar por la promesa que Cristo hizo por su asistencia y la del Espíritu Santo; aclara no obstante, que gran parte de la Iglesia puede errar como hizo en el cisma de Occidente pues habiendo dos bandos uno había de estar en error. “El segundo sentido verdadero de aquella máxima es tomando por voz del pueblo la de todo el género humano. Es por lo menos moralmente imposible que todas las naciones del mundo convengan en algún error; y así, el consentimiento de toda la tierra en creer la existencia de Dios se tiene entre los doctos por una de las pruebas concluyentes de este artículo.”

Amor de la patria y pasión nacional
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Dice no encontrar fuera de los libros el amor a la patria justo, noble y virtuoso. O no lo encuentra en absoluto o solo encuentra un afecto delincuente. Y si bien se dice por ejemplo “¿Qué campaña se ve bañada de sangre, a cuyos cadáveres no pusiese la posteridad la honrosa inscripción general de que perdieron la vida por la patria?”, examinando bien el asunto vemos que el mundo vive engañado por esta imaginaria deidad. Así, los que luchan en las guerras no lo hacen por la patria, sino por el dinero o por obediencia, o bien por la fama eterna.  
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“Se juzga ser amor de la patria lo que sólo es amor de la propia conveniencia” pues “No hay hombre que no deje con gusto su tierra, si en otra se le representa mejor fortuna”. Dice no parecerle verosímil la historia de Ulises, que eligió su tierra Ítaca a las inmortalidad llena de placeres de la isla Ogigia que le ofreció Calipso. Como tampoco la de los scitas que huían de los placeres de Roma para ir a su tierra,… si bien añade que esto se debe a la conveniencia, ya que quien nace entre nieve vive a gusto entre nieve y en ningún lugar más. Y que la “comodidad de mudar de sitio según las varias estaciones del año, sólo la logran acá los grandes señores”. “Nosotros vivimos muy prendados de los alimentos de que usamos, pero no hay nación a quien no suceda lo mismo”. “cada uno se halla mejor con las cosas de su tierra que con las de la ajena, y así le retiene en ella esta mayor conveniencia suya, no el supuesto amor de la patria.” “Añádase a lo dicho la uniformidad de idioma, religión y costumbres”
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“El pensar ventajosamente de la región donde hemos nacido sobre todas las demás del mundo, es error entre los comunes”; así todos juzgan su patria como la mejor en cuanto a sabios que alberga, a mejor clima, mejores tierras, lenguaje...    
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En este punto Feijoo manifiesta que hasta los no vulgares, hablan como vulgares, como resultado de la pasión nacional, “hija legítima de la vanidad y la emulación”. “Este abuso ha llenado el mundo de mentiras, corrompiendo la fe de casi todas las historias” por culpa de historiadores como Plutarco, Juan Bodino, a excepción de Tito Livio, si bien sí que comete algún error. Por el contrario el padre Mariana se abstuvo de esto y fue tachado de antipatriótico. Asimismo “De los escritores franceses se quejan mucho nuestros españoles, diciendo que en odio nuestro niegan o desfiguran los sucesos que son gloriosos a nuestra nación, engrandeciendo a proporción los suyos. Esta queja es recíproca”.
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De este espíritu de pasión nacional, por vanidad, inclinación o condescendencia, viene que muchos nieguen los hechos históricos. Así, por ejemplo, Campanela llegó a negar que hubiese existido Carlo Magno. “En aquellos sucesos que los historiadores de una nación afirman y los de otra niegan, y son muchos estos sucesos, es preciso suspender el juicio hasta que algún tercero bien informado dé la sentencia.” Un ejemplo sobresaliente es el de Goropio Becano que se empeñó en probar que la lengua flamenca era la primera del mundo.  
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Llegados a este punto habla “de aquel desordenado afecto que no es relativo al todo de la república, sino al propio y particular territorio”. Es decir, que si bien patria no tiene porqué referirse a la república o estado, los filósofos, historiadores y oradores solo se fijan en el primer caso.
Dice que la amor de la patria particular, en vez de ser útil a la república le es perjudicial. “Ya porque induce alguna división en los ánimos que debieran estar recíprocamente unidos para hacer más firme y constante la sociedad común; ya porque es un incentivo de guerras civiles y de revueltas contra el soberano, siempre que, considerándose agraviada alguna provincia, juzgan los individuos de ella que es obligación superior a todos los demás respetos el desagravio de la patria ofendida; ya, en fin, porque es un gran estorbo a la recta administración de justicia en todo género de clases y ministerios.“
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Dice no condenar el afecto a la patria siempre que no sea perjudicial para un tercero. Si bien añade que el amor tierno es más propio de mujeres y de niños. Además, señala que “algunos pecan con el fin de formarse partido, donde estribe su autoridad, sin atender al mérito levantan en el mayor número que pueden sujetos de su país. Esto no es amar a su país sino a sí mismos.” “Estos son declarados enemigos de la república; porque no pudiendo un corto territorio contribuir capacidades bastantes para muchos empleos, llenan los puestos de sujetos indignos.” “De aquellos que ejercitan su pasión creyendo que los sujetos de que echan mano son los más beneméritos” dice que es una ceguera voluntaria y eso no los disculpa.” ” Apenas hay hombre que no tenga algo de bueno, ni hombre que no tenga algo de malo.”
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“Estos hombres de genio nacional, cuyo pecho anda siempre pegado a la tierra, si se introduce en el paraíso de una comunidad eclesiástica introduce sediciones, desobediencias, cismas, batallas.” “Fórmanse partidos, alístanse auxiliares, ordénanse escuadrones, y el templo o el claustro sirven de campaña a una civil guerra política.” En cuyo caso el vencido pierde la paciencia y el vencedor se pierde a sí mismo. Pone como ejemplo que cuando Alejandro venció a los persas hizo “que los soldados macedonios se casasen con doncellas persianas, a fin de que, olvidados de su patria, sólo tuviesen por paisanos a los buenos y por forasteros a los malos.” “Es apotegma de muchos sabios gentiles que para el varón fuerte todo el mundo es patria; y que para el religioso todo el mundo es destierro. Lo primero es propio de un ánimo excelso; lo segundo, de un espíritu celestial. El que liga su corazón a aquel rincón de tierra en que ha nacido, ni mira a todo el mundo como patria, ni como destierro.” Feijoo opina no obstante que “ni el religioso ni el héroe están exentos de amar y servir la república civil”. Concluye que “en caso que por razón del nacimiento contraigamos alguna obligación a la patria particular o suelo que nos sirvió de cuna, esta deuda es inferior a otras cualesquiera obligaciones cristianas o políticas.”
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“Los que tienen a su cargo la distribución de empleos honoríficos, si no tienen perfecto conocimiento del mérito de los pretendientes, suelen valerse de informes.” Es el caso en la provisión de cátedras, pues el que con autoridad hace la provisión, propuestos dos sujetos de igual aptitud y mérito puede elegir a quien quiera. A esto lo llama Feijoo un error ya que carece de probabilidad, donde encuentra tres grandes faltas: la primera falta en el informe a la virtud de legalidad, poniendo a un candidato como superior de otro siendo estos iguales; el segundo, que quien lo hace “comete pecado de injusticia contra el Príncipe usurpándole o preocupándole el derecho que tiene para elegir entre uno de los dos”; y el tercero que se injuria aquel al que se rechaza siendo igual que el elegido. “Por consiguiente, para quien obra con conciencia son totalmente inútiles las recomendaciones de la amistad, del paisanismo, del agradecimiento, de la alianza de escuela, religión o colegio u otras cualesquiera.”

Astrología judiciaria y almanaques
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Feijoo pretende desterrar la vana estimación de las predicciones de los almanaques, ya que sin estas predicciones los almanaques tienen sus utilidades. No condena a los astrólogos sino juzga verdaderas sus predilecciones pues sin hablar de lugares ni personas solo hablan de sucesos comunes que nunca faltan en el mundo. Dice pues que algo como una enfermedad o un casamiento “tienen tan segura su existencia que cualquiera puede pronosticarlos sin consultar las estrellas”. Y si acaso señalan circunstancias oscurecen el vaticinio, como es el caso de Nostradamus, por lo que pueden decir que sí han acertado. Así, la misma profecía de Malaquías podía usarse para decir que iba a reinar el archiduque Carlos como Felipe V.
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Llegando a este punto dice que si bien no afirma que los astros solo sirvan para dar luz, sí que asegura que “no es tanta su actividad cuanta pretenden los astrólogos” Dice así, que el hombre tiene libre albedrío. Suponiendo que a un hombre se le pronostica que ha de morir en la guerra, “tampoco, aunque toda aquella larga lista de sucesos y acciones, que precisamente han de proceder al combate, estuviera escrita en las estrellas, fuera legible por el astrólogo. La razón es clara, porque casi todos esos sucesos y acciones dependen de otros sujetos, cuyos horóscopos no ha visto el astrólogo y por lo tanto no puede determinar nada la judiciaria de sus acciones”. El horóscopo entra en conflicto con el libre albedrío, propio de la religión cristiana. Si alguien mata a otro por influencia de los astros no se le puede castigar pues no ha sido su decisión.
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Refuerza lo dicho en el punto 2. Así, los astros representan los hechos como la muerte, porque la contienen en sí, como causas sumas. Por lo que para causar los astros esta muerte no influyen directamente en la acción ni determinan la voluntad del homicida, sino que influyen imprimiendo inclinaciones al homicida. “Y que no depende ni el género ni el tiempo en la muerte” de bajo que signo hayas nacido se ve que muchos mueren de igual manera y al mismo tiempo habiendo nacido debajo de aspectos muy diferentes.
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Por otro lado, casi ninguna predicción acierta, pues es dato cierto que en millares de predicciones solo 20 o 30 salieron verdaderas, lo que muestra que fue casualidad. Pone el ejemplo de los astrólogos que dijeron que año moriría el Papa Alejandro VI.
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Del mismo modo, algunas predicciones famosas que dicen ser verdaderas bien puede decirse que no lo son. “De Leoncio Bizantino, se refiere que predijo a su hija Atenais que había de ser emperatriz, y por eso en el testamento a ella no le dejó cosa alguna” “y yendo a quejarse del agravio a la princesa Pulqueria, enamoró tanto a los dos príncipes, que Pulqueria luego la adoptó por hija y después el Emperador la tomó por esposa.” Y de Asclatarion que predijo que su propia muerte diciendo que su cadáver había de ser comido por perros y efectivamente tras su muerte su cadáver fue arrojado a una hoguera pero la lluvia apagó el fuego y los perros se comieron su cadáver. Tras unos cuentos ejemplos más dice que “Y bien se sabe que en el común de los hombres es bien frecuente, después de visto el suceso, hallar alusión a él en una palabra que anteriormente se dijo sin intento, y aun sin significación, y poco a poco mudando y añadiendo llegar a ponerla en paraje de que sea un pronóstico perfecto. De esto tenemos mil ejemplos cada día”
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“Una u otra vez puede deberse el acierto de las predicciones, no a las estrellas, sino a políticas y naturales conjeturas”. Así por ejemplo teniendo constancia de que casi todos los validos han perdido la gracia de su príncipe antes o después, se puede conjeturar la caída. Además, “Algunas veces las mismas predicciones influyen en los sucesos, de modo que no sucede lo que el astrólogo predijo porque él lo leyó en las estrellas sino sólo porque él lo predijo.” Así, “Si a un hombre le pronostica el astrólogo la muerte en un desafío, sabiéndolo su enemigo le saca al campo, donde éste batalla con más esfuerzo, como seguro del triunfo, y aquél lánguidamente, como quien espera la ejecución de la fatal sentencia.” Dice finalmente que “Últimamente, puede también tener alguna parte en estas predicciones el demonio, el cual, si los futuros dependen precisamente de causas necesarias o naturales, puede con la comprensión de ellas antever los efectos.” “Aun en las mismas cosas que dependen del libre albedrío puede lograr bastante acierto con la penetración grande que tiene de inclinaciones, genios y fuerzas de los sujetos, y de lo que él mismo ha de concurrir al punto destinado con sus sugestiones.” Por lo que muchos creen que la judiciaria “no son dirigidos en sus predicciones por las estrellas, sino por el oculto instinto de los espíritus malos”.
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“Establecido ya que no pueden determinar cosa alguna los astrólogos en orden a los sucesos humanos” Feijoo trata de despojar “la estimación de que por lo menos pueden averiguar los genios e inclinaciones de los hombres, y de aquí deducir con suficiente probabilidad sus costumbres.” Así, muchas personas afirman que dos gemelos no son iguales en cuanto a ingenios, índoles y costumbres; a lo cual responden los astrólogos que “moviéndose el cielo con tan extraña rapidez, aquel poco tiempo que media entre la salida de uno y otro infante a la luz basta para que la positura y combinación de los astros sea diferente”. No obstante, si tomamos esto como cierto de que hay que precisar tanto el momento del nacimiento hasta minutos, sería imposible que los astrólogos determinasen nada por el horóscopo ya que no es posible determinar con tanta exactitud el momento del parto. Pero incluso en el supuesto de que esto fuese posible cuando tomaría el momento del nacimiento, cuando asomase el infante la cabeza, el cuello,… por lo que habría de haber diferentes horóscopos, uno para el cuello, otro para el tronco, otro para los pies,… Asimismo, “que por el tiempo del parto se puede averiguar el de la generación, es delirio”.
No podrían pues concluir nada porque son muchos los astros y unos pueden corregir o mitigar el influjo de otro; además hay que tener en cuenta “el temperamento de los padres, el régimen de la madre y afectos que padece mientras conserva el feto en sus entrañas, los alimentos con que después le crían, el clima en que nace y vive”. Así pues ¿cómo va a influir más en la persona los astros que el temperamento de los padres, o donde haya nacido,…?
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“dos cosas nos restan que examinar de los almanaques,…” nos indica pues una clara separación en la organización entre lo dicho anteriormente y lo que va a decir a continuación.
Llegados a este punto Feijoo afirma que cualquiera sería capaz de hacer una predicción aunque no sepa ni lo nombres de los astros.
Dice Feijoo que sabiendo que este pronóstico es arbitrario pues se funda en el antojo de los astrólogos está convencida de su vanidad. Y que por lo tanto “Las doce casas en que dividen la esfera no son más ni menos porque ellos lo quieren así y fue harta escasez suya no haber fabricado en el cielo más que una corta aldea, cuando sin costarles más pudieron edificar una gran ciudad”
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“Añádese sobre esto, que no concuerdan los astrólogos en el método de erigir los temas celestes” por lo que cada uno tiene uno distinto, por lo que las reglas de la judiciaria son todas arbitrarias, si bien ellos mismo aceptan que estas reglas están fundadas solo en la experiencia.
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“Omito muchos lugares de la Escritura, como también muchas autoridades de padres contra los judiciarios porque se hallan en muchos libros; pero no disimularé la bula del gran pontífice Sixto V contra los profesores de este arte.” “La razón es porque manda a los inquisidores y a los ordinarios que procedan contra los astrólogos que pronostican los futuros contingentes, aplicándoles las penas canónicas, aunque ellos confiesen y protesten la incertidumbre y falibilidad de sus vaticinios”

Impunidad de la mentira
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En lo que respecta a la impunidad de la mentira Feijoo presenta dos problemas: uno práctico y uno teórico que es reputarse entre los humano la cualidad de mentiroso como un vicio de ínfima nota. Así, tomando la división de que la mentira es oficiosa, jocosa y perniciosa, siendo los que emplean esta última considerados como una peste de la República. Y en lo que respecta a las dos primeras Feijoo considera que “la común opinión está nimiamente indulgente con esta especie de vicios”, ya que no se tiene el mentir por afrenta, y quien miente no ve su honor degradado. Para Feijoo puesto que mentir es infamia, el mentiroso es indigno de la sociedad, ya que la conversación es el comercio de las almas el más precioso que hay entre los hombres y si alguien miente está pagando con moneda falsa.
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Así, “Si a un hombre, que se precia de ser algo, se le dice en la cara que miente, lo reputa por gravísima injuria; y tanto, que, según las crueles leyes del honor humano, queda afrentado, sino toma una satisfacción muy sangrienta.” Por lo tanto, ¿cómo el decirle que miente puede ser gravísima injuria, si el mentir no es un gravísimo defecto?” “Si el vicio no es de la clase de aquellos, que desdoran el honor, tampoco se siente el honor herido, porque se diga a un hombre que le tiene”. “Confesar que se mintió, es sinceridad, y nadie se avergüenza de ser sincero. Luego toda la ignominia cae sobre haber mentido. ”
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El error pues es que la mentira no se castigue, pues no hay leyes para eso. Y no bastando el mentir muchos se ríen de aquellos que creyeron sus mentiras. No se debería castigar solo la mentira perniciosa sino también la oficiosa y jocosa, pues aunque no hagan daño a un tercero la sola impunidad de estas “priva al común de los hombres de un bien muy apreciable.” Estas mentiras no hacen sino agitar el entendimiento divido entre tomar las noticias como verdaderas o no. Así, muchas noticias de un mismo asunto son recibidas por diversos sujetos que porfían cada uno por sostener la suya como verdadera. Si imaginamos pues una República donde la mentira sea castigada tendríamos como resultado una república perfecta semejante al Cielo.
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Muchas veces las mentiras que se juzgan oficiosas o jocosas son en realidad perniciosas, ya que aunque sin intención de herir a nadie, se hiere a alguien. “Hágome cargo de que estos son unos accidentes imprevistos; pero las malas consecuencias accidentales de las mentiras, que en particular no puede prever el que miente”
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Por otro lado, hay muchas mentiras que por su naturaleza misma son nocivas. Es el caso de la lisonja, pues “los mismos que serían prudentes, apacibles, modestos, si no los incesanten con indebidos aplausos, con éstos se corrompen de tal manera, que se hacen soberbios, temerarios, intolerables, ridículos”, y muchos reinos han sido destruidos por estas mentiras adulatorias, como es el caso de Luis XIV que sangró a su pueblo a impuestos para ganar gloria como resultado de las adulaciones. “La mentira adulatoria, que se emplea en la gente privada, no es capaz de dañar tanto, si se considera cada una por sí sola; pero es infinito extensivamente el daño que resulta del cúmulo de todas, por ser infinito su uso.”
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Hay asimismo, muchas mentiras que son nocivas y se juzgan oficiosas o jocosas. Un cobarde que cuenta hazañas supuestamente suyas puede encontrara un amigo que le tiene por tal por que te proteja y sin saber la mentira se mete en peligro. “Miente el Médico la ciencia que no tiene; y el enfermo inadvertido, creyéndole un Esculapio, se entrega a ojos cerrados a un homicida”
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“Mas no puedo dejar de hacer muy señalada memoria de cierta clase de mentiras, que gozan amplísimo salvoconducto en el mundo, como si fuesen totalmente inocentes, siendo así, que son extremamente dañosas al público.” Es decir, las judiciales “aquellas con que, cuando se hace a los Jueces relación del hecho, que da materia al litigio, se desfigura algo, por pintarle favorable a la parte por quien se hace la relación. ” Por lo tanto aboga porque esta debería ser también castigada como se hace en Japón o en Argelia, con lo que se ahorraría dinero y tiempo. Si bien encontramos en la leyes de la época de Feijoo algunas penas a las mentiras judiciales “Negando el demandado alguna cosa en juicio, que otro le demandase por suya, diciendo que no era tenedor de ella, si después de eso le fuese probado que la tenía, debe entregar al demandador la tenencia de aquella cosa, maguer el que la pide no probase que era suya. ”
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Así, “debiera todo el rigor de las Leyes conjeturarse contra ella”. Zoroastro por ejemplo “graduo la mentira por uno de los más graves crímenes, que pueden cometer los hombres”.
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Solo en una circunstancia juzgo a la mentira tolerable; y es, cuando no se encuentra otro arbitrio para repeler la invasión de la injusta pesquisa de algún secreto. Así si un amigo comete una falta y te lo confiesa, ¿dirías la verdad en caso de que te pregunte la autoridad? “Y verdaderamente, si ella tiene cabimiento en el caso de la Confesión, parece le ha de tener en otro cualquiera, en que sin grave injuria del prójimo no pueda propalarse el secreto”. “permitido que en los casos de solicitarse por una injusta pregunta la averiguación de algún secreto, no pueda reservarse éste sino mintiendo, tales mentiras deben ser toleradas por las leyes humanas, dejando únicamente a Dios el castigo de ellas”.

Sátira primera a Arnesto- Gaspar Melchor de Jovellanos

Llora por los males de su patria, por su ruina y perdición.
Advierte previamente que en su sátira persigue al vicio, no al vicioso.
Critica a las mujeres, personificándolas en Alcinda, que bajan al Prado vestidas como fulanas adoptando la moda de la maja y que pasea por el prado cubierta de “un cendal más transparente que su intención, a ojeadas y meneos la turba de los tontos concitando”.
Lo compara entonces con el tiempo pasado, en que le recato estaba presente y se encubría el vicio.
Habla de las mujeres que van toda la noche de fiesta y entran en casa “barriendo con la undosa falda la alfombra; aquí y allí cintas y plumas del enorme tocado siembra, y sigue con débil paso soñolienta y mustia, yendo aún Fabio de su mano asido, hasta la alcoba, donde a pierna suelta ronca el cornudo y sueña que es dichoso”
Menciona a Tebis, lo que es una diatriba contra la justicia.
“¡Oh infamia! ¡Oh siglo! ¡Oh corrupción! Matronas castellanas, ¿quién pudo vuestro claro pundonor eclipsar? ¿Quién de Lucrecias en Lais os volvió?”
“Todo lo agotan: cuesta un sombrerillo lo que antes un estado; y se consume en un festín la dote de una infanta.”
“Son ya una vil y torpe mercancía.”

Quien todo lo quiere, todo lo pierde - Alonso de Castillo Solorzano

Don Alejandro, natural de Valencia, heredó su mayorazgo tras la muerte de su padre. Por lo que pidió permiso al archiduque Alberto para volver a su patria, prometiéndole “volver muy presto a servir debajo de su mano”.
“Comenzó a poner en razón las cosas de su hacienda, sin atender a los entretenimientos en que se ocupa la juventud, […] tampoco trataba de amores.” “en lo que más se ejercitaba este caballero era en hacer mal a caballos, […] en estos salía en las fiestas de toros” ganando la fama de mayor toreador de España.
Una tarde salió a pasear a caballo cuando oyó tocar un arpa con una destreza suprema. Dio su caballo al lacayo y esperó debajo del balcón para ver quien tocaba el arpa. La dama de la ventana comienza a cantar al son de su arpa y una vez terminada la canción se asoma al balcón. Don Alejandro se dirige a la dama diciendo que dichoso es a quien vaya dirigida tan bella canción y que su voz le ha hechizado. La dama contesta que no hay ningún destinatario en su canción y que ninguna mujer ha de creer a un hombre cuando este la lisonjea. A lo que él replica que solo ha dicho verdad. Él le declara su amor y ella contesta que “yo os quiero comenzar a creer si me decís quien sois”. Mas él no le dice quién y ella se ve obligada a marcharse por la llegada de una visita, no sin antes él le prometa volver al día siguiente.  
Al llegar don Alejandro a su posada le pregunta a un vecino el nombre de la dama. Esta se llama doña Isabel, hija de un “bizarro caballero”, sin padres era heredera de una corta hacienda y vivía con su tía.
Don Alejandro paseaba cada día por allí pero al estar enferma su tía Isabel no se separaba de ella. A los 15 días Isabel va a un velo (Fiesta que se hace para dar la profesión a una monja). Don Alejandro “tuvo sospecha que quizá sería alguna de las que estaban de embozo en la capilla” alejadas de todo el mundo y acercándose dice a un amigo suyo consiente de que su dama le escucha que estas damas están tan alejadas por no ser inclinadas al estado de monja. Inician un ingenioso diálogo donde don Alejandro intenta descubrir si está casada o tiene intención de ello. Y tras enseñar uno de sus hermosos ojos, Alejandro y sus dos amigos le proponen matrimonio. Dice la dama “sepa yo las partes de los que se me ofrecen a elegirme, que conforme a ellas haré elección del que más tuviere”. Empiezan los tres a “exagerar sus partes con ridículos disparates” y ella promete consultar su elección con la almohada.
A los pocos días vuelve al balcón a ver a doña Isabel. La envía un segundo papel que sorprende a Isabel por la destreza a la hora de escribir los versos. Contesta doña Isabel  al caballero con otro papel diciendo que no se “persuade a creer de los versos: si buen celo o demasiado cumplimiento os lo han dictado”. A lo que responde por escrito este que la prosa explicará lo que la vena no puede y que su amor es cierto aunque ella lo niegue por recato, llamándose a sí mismo captivo de su prisión.
Gracias a estas cartas empieza doña Isabel a ver a Alejandro como vencedor entre sus pretendientes, y continúan las visitas y los papeles manteniendo siempre en secreto el galanteo.
“La mira que llevaba don Alejandro era casarse con esta dama, si bien no tenía hacienda.”
Van ambos a una fiesta de máscaras donde hablan y bailan juntos. Se acerca don Alejandro a hablar con una dama de nombre Laudomia alabándola de lo bien que escribe y oyéndolo Isabel se pone celosa por esto, y viendo cómo se burlan el uno del otro manchándose de tinta, se acerca a Alejandro y le da una sonora bofetada. Él sorprendido dice “no soy yo quien revela secretos tan aprisa. Este ha durado lo que vuestra merced ha querido” yéndose a continuación. Una amiga le pregunta qué ha sido eso  y esta le cuenta la verdad.
La amiga dice que después de lo que ha pasado todos sospecharán de ella y don Alejandro y que por lo tanto han de solucionarlo. Manda un papel a Alejandro pidiéndole que vuelva a la fiesta como si nada hubiese ocurrido. Isabel dice que la bofetada causada en realidad por los celos, había sido por defender del desagravio a Laudomia.
“Doña Laudomia, que desde aquel suceso propuso hacer lo posible por sacarle el galán de su dominio a la celosa doña Isabel”.
Había no obstante otro caballero, Fernando, que llegó a Valencia y que conocía a Isabel de antiguo (¿prometido?).
“Hallose doña Isabel contenta en el modo de complacer a estos dos caballeros” “hallábase prendada en el honor con don Fernando y en el amor con don Alejandro”. Así, “de noche daba entrada a don Fernando, dueño de su honor, y al que amaba entretenía con papeles amorosos”.
“Bien quisiera don Fernando cumplir con la obligación que tenía a doña Isabel, casándose con ella; mas por tener a su madre viva y ver que no gustaba deste empleo, le hacía dilatar el casamiento”.
Don Alejandro tiene un disgusto con un caballero jugando al juego de la pelota y este decide esperar pacientemente para vengarse de Alejandro.
“Y la verdad es que si en su mano estuviera doña Isabel escogiera por suyo a don Alejandro, mas como tenía don Fernando la mejor joya de su honor, era fuerza, por no quedarse burlada y sin honra, pasar con su empleo hasta que su anciana madre muriese”.
Se marcha don Fernando cuatro días y doña Isabel dice a don Alejandro que podía venir a verla a si casa de noche sin que nadie le viese. No obstante, “nunca le dejó pasar de lo lícito, temiéndose que con más empeño se quisiese hacer señor de toda su voluntad, que entonces la tenía repartida”. Y cuando volvió Fernando Isabel volvió a su recato dado nuevas excusas.
“La causa de no topar con don Fernando era que, como doña Isabel vivía con aquel cuidado, había prevenido que don Fernando entrase en su casa por la de una amiga suya, y esta tenía puerta falsa a otra calle.”
Una noche, estando don Alejandro en la calle cuando “le comenzaron a seguir su contrario con dos criados suyos.” “Habíalos conocido don Alejandro y viéndose  entonces sin armas de fuego para defenderse, el arbitrio que tomó fue hacer una seña conocida a la puerta de doña Isabel]”
Le dice que abra pues corre peligro su vida pero doña Isabel se ríe de él creyendo que es ficción, pero este nuevamente le suplica que abra explicándole la situación, a lo que ella responde que no se atreve a abrir pues una amiga suya está durmiendo en la casa. “A esto replicó don Alejandro, diciéndola que, pues su amiga estaba arriba en su aposento, qué fácil le era darle entrada para que estuviese en el zaguán de su casa, sin salir dél hasta que pudiese hallar ocasión de irse.” “batallaban con la indecisa dama honor y amor, considerando en pro y en contra de sí lo que era obligada a hacer y al cabo de varios discursos venció el honor, obligándola a no dar entrada a don Alejandro” por  no dañar su reputación. Bajó no obstante a la calle diciéndole que por el amor que le tiene ojalá pudiese dejarle entrar, mas el desengañado de su amor se despide de ella diciendo que va al encuentro de las armas de su contrario, “con presupuesto de no olvidar el ingrato proceder que con él había usado”. Tuvo suerte no obstante de encontrarse con una amigo suyo (don Jaime) que venía con un criado, por lo que aquel que quería matarle tuvo que irse. Don Alejandro cuenta a don Jaime sus amores con doña Isabel, y como don Jaime tenía noticias del “empleo antiguo desta dama con don Fernando” se lo dijo a este. Don Alejandro piensa entonces que la razón de que no le dejase entrar era que tenía ahí a su primer galán y para saberlo con certeza hicieron que dos criados de don Jaime vigilase la casa hasta ser de día, dando cuenta uno de ellos que había visto salir a don Fernando de la casa.
A la mañana siguiente doña Isabel manda un papel a don Alejandro disculpándose y diciendo que le quiere, mas este le responde con otro papel haciéndola saber que sabe la verdad sobre don Fernando aunque no lo publicara. Don Fernando escucha a Isabel y su amiga hablar sobre el papel y descubre también la verdad y rompe el compromiso con Isabel. Mientras tanto don Alejandro pide la mano de doña Laudomia. Asimismo don Fernando intenta casarse con una señora rica y hermosa con quien su madre le instaba que se casase. Finalmente entra en un convento donde vive feliz el resto de su vida mientras que don Fernando “nunca tuvo sucesión, sino pleitos, empeños y pesares, no viviendo muy gustoso con su esposa, Solo quien tuvo felicidades con la suya fue don Alejandro, pues le dio Dios hijos y muchos aumentos de hacienda.”

 A continuación cuenta como dos personajes haciéndose pasar por alquimistas robaron todo su dinero a un hombre que pretendía sanar su hacienda.